Hace una semana hice una valoración de las encuestas y de las perspectivas con que se inició la última semana de campaña de las elecciones al Parlamento Vasco de este año. En lo esencial, creo que mi análisis –nada original, por cierto– era correcto, sobre todo en lo relativo a las fuentes de incertidumbre. Ni hubo sorpasso ni ganó las elecciones EHBildu. La participación subió algo (menos de lo que yo creía, debido a la alta abstención en Álava), creo que los indecisos beneficiaron a EAJ-PNV y PSE-EE, y la valoración de la ejecutoria del lehendakari Urkullu y sus gobiernos acabó por tener algún efecto.

En la tabla que sigue a estas primeras líneas presento el nivel de apoyo cosechado por diferentes opciones ideológicas a lo largo del periodo que va de enero de 2011 hasta ayer. Los datos expresan la fracción que resulta de dividir el número de votos entre el total posible de electores, esto es, el censo electoral. Se neutralizan así los cambios en este y se estima el apoyo real a las candidaturas (o grupos de candidaturas). Ni el porcentaje de votos obtenidos por cada opción (o familia ideológica) con respecto al total de votos emitidos, ni, menos aún, el número de escaños, reflejan el nivel de apoyo real que obtiene cada candidatura o grupo de candidaturas afines. Como saben quienes leen mis valoraciones pre y postelectorales, es así como analizo siempre previsiones y resultados.

Los datos de la tabla alternan resultados de elecciones a Juntas Generales (con una F) y al Parlamento Vasco (con una A).

F 11A 12F 15A 16F 19A 20F 23A 24
EAJ-PNV0,1940,2160,2090,2230,2530,1950,1940,216
EHBildu0,1800,1570,1410,1260,1560,1400,1620,200
PSE-EE0,1050,1200,0860,0710,1130,0680,0910,087
Izda0,0270,0330,1030,0880,0650,0400,0390,034
Dcha0,1060,0860,0750,0720,060,0440,0580,069
Partic.0,6350,6400,6380,6020,6600,5080,6000,625
Los datos expresan la fracción entre el número de votos obtenidos y el total del censo electoral.

Si calculamos la media del apoyo obtenido por cada una de las opciones para el periodo que va de las forales de 2011 a las elecciones de ayer al Parlamento Vasco (excluyendo el resultado de las autonómicas de 2020, por su carácter excepcional debido a la baja participación en tiempo de pandemia), los resultados de ayer se comparan con esas medias (entre paréntesis) de la siguiente forma:

EAJ-PNV: 0,216 (0,215);

EHBildu: 0,200 (0,154);

PSE: 0,087 (0,098);

Izda: 0,034 (0,059);

Dcha: 0,069 (0,076);

Abstención: 0,625 (0,629).

Según mi (quizás) ‘simplista’ interpretación, en estas elecciones han ocurrido, esencialmente, dos cosas importantes: (1) Se ha consumado la transferencia de votos de las candidaturas de la llamada izquierda confederal hacia EHBildu, transferencia que se viene produciendo de 2016 en adelante (hasta 2016 la transferencia se había producido en sentido contrario). (2) Un cierto volumen de votantes –quizás abstencionistas y, sobre todo, nuevos electores y electoras– se ha animado a votar a EHBildu, en el caso de los abstencionistas quizás ante la expectativa de posible victoria de la coalición independentista.  

Esos dos fenómenos explican, a mi juicio, el gran acercamiento de EHBildu a EAJ-PNV. Si se analizan datos mesa a mesa, localidad a localidad, comarca a comarca, territorio a territorio, seguro que hay mucho que decir. Pero si se consideran grandes datos, esto es lo que veo. Lo demás me parece narrativa, más o menos épica, más o menos lírica, más o menos prosaica, pero narrativa al fin.

Hacer predicciones es muy difícil, sobre todo las del futuro, que diría Yogi Berra o, según mis amigos físicos, Niels Bohr, uno de los creadores de la mecánica cuántica. No hay más que mirar la tabla y ver lo que ha ocurrido en la última década y media. Es significativo, al respecto, que la diferencia entre EAJ-PNV y EHBildu sea prácticamente la misma ahora que en 2011 y, sin embargo, entre 2016 y 2019, justo antes de la pandemia, esa diferencia se disparó. Entre otras cosas, por eso no me parece prudente hacer previsiones.

Ahora bien, si estuviera en el lugar de EAJ-PNV, tendría motivos de preocupación, porque en adelante, el PSE-EE podrá actuar en la práctica como partido bisagra (Nadie hablará de ETA la próxima vez, titulaba ayer en La Vanguardia su columna Lola García) y, además, para una parte importante del electorado, ya se atisba la posibilidad de alternancia. Y si estuviera en el lugar de EHBildu, tendría motivos para la cautela; porque las tendencias, todas las tendencias, se truncan antes o después. El pasado nunca sirvió para predecir el futuro. A la vista está.