Más de dos mil años atrás, algo antes de estas fechas –mediados de febrero– se celebraba en Roma la fiesta de las Lupercales. Algunos historiadores creen que la Candelaria, Candelera o día de las Candelas, que se celebra hoy, dos de febrero, en diferentes localidades españolas tiene su origen en la procesión de las candelas, uno de sus eventos festivos.

En Europa hoy se celebra el día del oso, una tradición asentada también en los Pirineos. El refrán dice «Por la Candelera sale el oso de la osera, pero si hace mucho frío, se vuelve a ella».

En algunos lugares de la costa este de los Estados Unidos y el Canadá hoy es el día de la marmota. Los alemanes llevaron consigo esta celebración a Norteamérica. La tradición de la marmota Phil, de Punxsutawnwy (Pensilvania) es, en realidad, la misma que la del oso.

En ambos casos se busca adivinar el tiempo que falta hasta el final del invierno. El refrán español recurre al final del letargo invernal de los osos; la tradición de la marmota, al final de su hibernación. En ambos casos se confía en la decisión de retomar la vida activa por unos mamíferos –osos y marmotas– que se recluyen para pasar los meses más crudos del invierno a resguardo de las inclemencias del tiempo.

Mañana es el día de San Blas. En nuestra tradición, también tenemos un refrán que hace referencia a ese día y lo relaciona con el retorno de las cigüeñas. «Por san Blas la cigüeña verás; si no la vieres, año de nieves». También confiamos en el comportamiento de un animal –en este caso un ave– para tratar de predecir la dureza del invierno que todavía nos queda por delante.

Y pasado mañana, cuatro de febrero, es la víspera de Santa Águeda, día en que, en la tradición vasca, salen las cuadrillas a la calle a cantar a la santa y a golpear el suelo con los bastones (makilak) para que la naturaleza despierte y salga, de una vez, del letargo en que se encuentra. Nos encontraremos entonces en mitad del invierno.

Ese día es importante en mi calendario personal, no porque confíe en la fuerza con que se golpea el suelo para que se termine el mal tiempo, sino porque el sonido de los bastones me recuerda que ya hemos dejado atrás el trimestre más oscuro del año. Que la vida vuelve.

Sin embargo, todas estas tradiciones pueden acabar perdiendo su sentido. El planeta se sigue calentando. De la misma forma que desparecen glaciares y se adelanta la floración de almendros y cerezos, otros fenómenos naturales se transforman. En algunas localidades hay aves que han dejado de migrar o adelantan su retorno. Quizás veamos la cigüeña por San Blas, pero no será por haber llegado pronto, sino porque ni siquiera se habrá ido.

Hay años en que los osos no hibernan. Y a las marmotas de Pensilvania puede que les acabe pasando lo propio. No tendrá sentido entonces celebrar los días del oso o de la marmota. Ni tampoco golpear el suelo con las ‘makilak‘ en la víspera de Santa Águeda.

El mundo es cada vez más extraño.