Conjeturas


La vida

La buena muerte

2023-07-16 20 Comentarios

Conforme pasan los años más pienso en la muerte, en la mía y en la de las personas a las que quiero. Prefiero ser el primero en desaparecer; soy egoísta. No quiero tener que afrontar mis últimos años de vida con el dolor de la ausencia de alguno de esos seres queridos; pero evitarlo, ¡ay!, no está en mi mano.

Dejaré de existir, desapareceré, y en unos pocos años (da igual que sean 3, 30 o 300) nadie sabrá de mí o, en el mejor de los casos, seré un recuerdo lejano. Que así sea no me causa desazón alguna. Pero hay algo que sí me la produce; desazón o, incluso, angustia.

La vida, la de cada uno de nosotros y, desde luego, la mía, no tiene sentido. No nacemos para nada, ni existimos con una finalidad. El sentido de mi vida es el que he querido darle o me he convencido a mí mismo de que (se lo he querido dar y) se lo he dado. Pero soy consciente de que no hay un sentido último que justifique la existencia de mi persona; no hay un propósito con el que fui concebido y vine a este mundo. Ocurrió. Como ocurren muchísimos otros sucesos extraordinariamente improbables.

Ahora bien, que mi vida carezca de ese sentido esencial no es óbice para que piense que es una experiencia apasionante y que todavía tengo –y quiero creer que tendré– buenos motivos para vivirla. Tengo, y espero seguir teniendo, personas a las que quiero y me quieren; amigos y amigas que llenan mi vida de afecto y de experiencias compartidas. Y tengo, y espero seguir teniendo, proyectos que me ilusionan, emocionan y producen una gran satisfacción (acompañada, eso sí, de las consabidas dosis de sufrimiento, algo inevitable y –me atrevo a decir– necesario también).

Es la perspectiva de la desaparición, de dejar de ser, de dejar de experimentar esa sensación de plenitud que me proporcionan afectos y proyectos, lo que me produce una cierta angustia. Me desazona también, si llego a ser consciente del momento, el desamparo que sufriré en los instantes anteriores a la muerte. Y, por supuesto, también me duele el dolor que sentirán las personas que me quieren cuando yo falte.

Lo bueno de la muerte es que una vez se haya producido, ni siquiera esa angustia tendrá la más mínima importancia. Habrá desaparecido conmigo.

Más que esa desazón o angustia existencial, de la muerte y de su antesala, me da miedo el dolor –me refiero al dolor físico– con que quizás se produzcan. Cuando he presenciado en otras personas o experimentado en carne propia un dolor intenso, permanente, que incapacita, o cualesquiera de las combinaciones entre esas aflicciones, además del padecimiento en sí, he asistido a la pérdida de la dignidad de la vida de quienes sufren o de la propia, si ha sido el caso.

Por dignidad entiendo esa cualidad que adorna a lo que merece la pena, a lo que se puede aceptar y disfrutar de ello sin desdoro. Una vida digna la entiendo así, como una vida merecedora de ser vivida, de la que se goza o con la que se sufre sin que tenga uno que avergonzarse o que lamentarse de ella. Puede merecer la pena una vida en la que el sufrimiento sea temporal y no extremo, o en la que sea, si acaso, la condición de la recompensa. La vida con dolor extremo o persistente, sin embargo, no merece ser vivida; solo cabe lamentarse de tener que soportarla.

Al dolor, con frecuencia, se añaden otros males. A menudo sobreviene el deterioro que conduce a quien lo padece a desintegrarse mentalmente, a diluirse, a dejar de ser quien era. Se dice pronto, pero es literalmente así: una persona puede dejar de ser quien era para no ser apenas nadie. En los últimos años de vida tampoco es infrecuente el perder la capacidad de valerse por sí mismo para satisfacer las necesidades fisiológicas más básicas; la degradación resulta, para quien la sufre, humillante. Es otra vuelta de tuerca a la pérdida de la dignidad. En fin, es un cúmulo de circunstancias bajo las que, de una forma muy literal, la vida deja de ser digna de ser vivida.

Asistí de cerca a la agonía, larga agonía, de mi madre, que falleció hace unos pocos años tras experimentar durante meses un sufrimiento intolerable debido a una enfermedad larga y dura. También he asistido a los últimos años de la vida de mi padre, muerto hace unos meses después de un largo periodo en el que fue dejando de ser mi padre a causa de un mal neurológico que lo incapacitó gravemente. En ambos casos fui, por azares de la vida, el familiar que se ocupó de ellos; los acompañé cuando pude y cuidé –quiero creer que en la medida de mis posibilidades– de que se encontraran en las mejores condiciones posibles. No deseo para mí –ni para nadie– ninguno de esos finales; en especial, no los quiero para mis personas amadas.

Mucho más que la desazón existencial me aterra la perspectiva del dolor extremo, de la identidad personal extraviada, de la dignidad perdida. ¿Qué sentido tiene el seguir viviendo cuando la vida en sí no lo tiene y cuando el simple hecho de vivirla provoca un padecimiento intolerable?

Gracias a la ley de regulación de la eutanasia –de cuya entrada en vigor se acaban de cumplir dos años– quienes así lo deseemos podremos diluirnos en la nada con el mínimo sufrimiento y máxima dignidad posible. Su aprobación fue un triunfo de la civilización frente a la barbarie. Justifica, ella sola, una legislatura. Y, en mi caso, es una razón muy poderosa –no la única, ni mucho menos, pero sí la más importante– para desear que los partidos que se opusieron a ella no sean los que gobiernen mi país, porque anteponen preceptos propios de un código moral anquilosado y cruel a uno de los principios que más valoro –la autodeterminación personal– y una de las virtudes que en más alta estima tengo –la compasión por los que sufren–.



20 Comentarios En "La buena muerte"

  1. Wicho
    2023-07-16 Responder

    Sobre esto que escribes me gustó mucho Todo lo que queda. El primer tercio o así habla precisamente de lo que es -o lo que la autora considera- una buena muerte; y al final retoma el asunto.

    A mí me llegó muy dentro por las circunstancias en las que está mi madre, que casi cada día que pasa es menos mi madre. Y porque algún día, si las cosas siguen su curso natural, serán mis hijos quienes tengan que enfrentarse con una situación parecida y espero que mi muerte -y la de su madre- sean unas buenas muertes para ellos.

    https://www.microsiervos.com/archivo/libros/todo-lo-que-queda-libro.html

    • conjeturas
      2023-07-27 Responder

      Gracias, Wicho.
      A ver si lo agencio. Pinta muy bien.

  2. Masgüel
    2023-07-17 Responder

    "El poeta declara su nombradía.

    El círculo del cielo mide mi gloria,
    las bibliotecas de Oriente se disputan mis versos,
    los emires me buscan para llenarme de oro la boca,
    los ángeles ya saben de memoria mi último zéjel.
    Mis instrumentos de trabajo son la humillación y la angustia,
    ojalá yo hubiera nacido muerto.

    Del Diván de Abulcásim el Hadramí (siglo XII)."

    J.L. Borges

    • conjeturas
      2023-07-27 Responder

      Gracias, Masgüel.

  3. B
    2023-07-18 Responder

    Por si no lo hubieses hecho, no olvides hacer un testamento vital e incluir una petición explícita de eutanasia en el documento. Si el deterioro del final de la vida es cognitivo, no es fácil decidir cuándo es el momento de morir (y además la ley exige cumplir unos requisitos de sufrimiento que pueden ser incompatibles con una demencia tan leve que aún permita tomar la decisión con lucidez). A menudo, se llega al punto que se consideraría inaceptable cuando ya se ha perdido la capacidad de tomar tus propias decisiones. Solo quienes han pedido la eutanasia de forma explícita en su testamento vital podrán acogerse a ella en caso de pérdida de lucidez.

    • conjeturas
      2023-07-27 Responder

      Gracias, B. No lo he hecho, pero lo tengo que hacer, sí.

  4. Jeibros
    2023-07-21 Responder

    El neurocientífico David Eagleman propuso hace tiempo que morimos tres veces.
    La primera, cuando el cuerpo deja de funcionar; la segunda tiene lugar en el momento del entierro; y la tercera, en ese instante del futuro en el que nuestro nombre será pronunciado por última vez.

    • conjeturas
      2023-07-27 Responder

      Sabía de Eagleman, pero no de los que propuso. Gracias, Julián.

  5. José Maria
    2023-07-26 Responder

    Como investigador en cancer, pienso que cada proceso biológico tiene una razón de ser. Quizás me equivoque y en realidad, todo sea azar. Pero mi experiencia y la de la ciencia empírica en general es que todo efecto tiene una causa. A eso se le puede llamar el sentido o significado de los procesos biológicos. Si no existiera esa lógica, no tendría sentido mi propio trabajo en la poyata, los miles de horas analizando. Eso no significa que entienda ese sentido, solo que “creo que lo tiene”, está ahí, escondido, y precisamente esa condición lo hace difícil de alcanzar y bello a la vez. Siempre he aplicado este razonamiento a la propia vida. Claro que tiene sentido, “creo que lo tiene”, y buscarlo hace de mi vida algo arduo y a la vez bello. Creer como cree el autor que la vida y el dolor no tienen sentido, hacen de la misma un oscuro viaje, que se aleja de la razón tanto cuanto más se la nombra como causa de dicho convencimiento. Le animo a pensar más, a no perder la esperanza. El sinsentido es en realidad una sinrazón, aunque parece una meta razonable. La Eutanasia, en mi opinión, es la solución valiente y triste a la vez, ideada y defendida por aquellos que viven esa oscura sinrazón y se han agotado de buscar. Me gustaría invitarle a mi hospital, y hablar juntos con los familiares de un paciente demente y observar con que amor y alegría lo cuidan: siempre he pensado que la vida de ese enfermo está dignificando la de los que lo cuidan, adquiriendo así un nuevo e insospechado sentido: un sentido que no pudo ser en aquel que pidió la vía rápida. De acuerdo con que el sufrimiento pueda ser a veces intolerable, pero antes de llegar a ese punto, deberían estar siempre los cuidados paliativos. El deseo de morir se desvanece donde hay un buen equipo de paliativos…. Bueno, perdón por la longitud, ha sido todo espontáneo. Por otro lado, admiro y aplaudo la sinceridad y la buena pluma, ambas se agradecen, como también la enorme sensibilidad y la aguda profundidad intelectual del autor. Quizás por ello me causa mayor tristeza la pieza. Saludos.

    • conjeturas
      2023-07-27 Responder

      José María, muchas gracias, antes de nada, por tu extenso y cuidado comentario.
      Te respondo a continuación, no tanto por confrontar ideas o sentimientos, cuanto por precisar mejor lo que pienso. Tu comentario lo merece.
      Los procesos biológicos tienen una razón (biológica) de ser, por supuesto. Pero ahí entran los procesos patológicos también. Ocurren cuando el sistema se avería, se deteriora o es atacado. Es una razón de ser puramente causal, sin un sentido trascendente. A mi juicio, claro.
      Lo que dices del sentido, vinculándolo directamente con las relaciones causales es muy cierto, pero entiendo que lo es porque esa es la forma como se ha moldeado el encéfalo/sistema cognitivo a lo largo de la evolución del linaje humano. Somos especialistas en la búsqueda de porqués, precisamente porque necesitamos dar sentido a lo que observamos, a la realidad a la que tenemos acceso. Pero esa es una necesidad humana, no necesariamente de la naturaleza. Es una necesidad humana porque la búsqueda de porqués, de relaciones causales, de sentido, ha salvado muchas vidas en el pasado; nos ha permitido adelantarnos a muchos peligros y sacar partido de las narraciones que hemos elborado.
      Que, además de ese sentido meramente instrumental y narrativo (porque esa es la forma en que nuestra mente entiende la realidad), los hechos tengan un sentido último trascendente es una pretensión comprensible y, como tal pretensión, muy válida, pero eso no conduce a pensar que el sentido trascendente sea real, tenga un relación con una realidad trascendente, que esté más allá del marco limitado de nuestras vidas y nos trascienda. En definitiva, es una creencia. Muy respetable y, me atrevo decir, comprensible, pero creencia al fin.
      Yo tengo creencias, pero ninguna de ellas se refiere a cuestiones de carácter trascendente o potencialmente trascendente. Son creencias que se basan en mi experiencia y raciocinio. Y algunas de ellas cuentan con pruebas a su favor. No pretendo que mis creencias sean compartidas, por la misma razón que no comparto otras creencias.
      La vida no es un oscuro viaje para mí. Lo digo con toda claridad en el texto. Lo que no digo en el texto es algo que diré ahora. Ese sentido que yo he buscado y he asignado a mi vida, esa razón de ser, de trabajar y de luchar, incluso, es el poder contribuir, en mis modestísimas posibilidades, a hacer un mundo mejor para mis semejantes actuales o futuros. Ya que he de pasar aquí unos años sin haberlo solicitado ni pretendido, hagamos que esta existencia absurda tenga un propósito. un buen propósito, esto es lo que busco. Esto es lo que suspende temporalmente el absurdo del sinsentido. Vivo con ese propósito.
      Por supuesto, no quiero vivir mal. No deseo sufrir. por eso procuro, con una perspectiva absolutamente atomista y epicúrea de la vida, no comportarme de forma imprudente ni abusar de mi biología, para no causar un daño innecesario a mi organismo y a mi ánimo. No aspiro a goces desmesurados ni a placeres sin límite. Más bien al contrario, tiendo a la austeridad y aspiro a una cierta tranquilidad de espíritu, a cierto sosiego, a una salud razonablemente buena y a no dañar innecesariamente a nadie, tampoco a otros seres sintientes.
      No comparto lo que dices de los paliativos. No los comparto después de la agonía que sufrió mi madre y de la que fui testigo. No es algo que, por pudor, quiera explicitar aquí, porque forma parte de mi experiencia más íntima, pero no le deseo a nadie el sufrimiento que experimentó durante meses y, muy en especial, durante las últimas ocho semanas de vida (por llamarla de alguna manera), con excepción de la última, porque su última semana la pasó en un mundo diferente al que yo no tenía acceso.
      Y en todo caso, adelante con los paliativos, claro que sí, pero permitan a quienes experimentamos la vida y, sobre todo, afrontamos la muerte de otra forma, –permitan, digo– hacer uso de la posibilidad de desvanecernos en la nada sin hacer daño a nadie. Si es nuestra decisión, debe ser respetada. Así lo creo, y lo creo firmemente.
      Gracias, de nuevo, por tu amable comentario.

      • Jose Maria
        2023-07-29 Responder

        Querido Juan Ignacio, ante todo muchisimas gracias por la extension de la respuesta. Y gracias por permitirme entenderte un poco más, algo que sin duda me enriquece y me encanta, por cuanto aprendo a través de la experiencia de otros -algo que los médicos sabemos y vivimos, pero que es un tabú en la era del subjetivismo autonomista radical, en la que solo "mi experiencia" vale-. Me surgen un sinfin de preguntas que quiero sintetizar. (1) La necesidad genuinamente humana de dar sentido a lo que vivimos: un tema apasionante para mi, y creo de gran trascendencia. Coincido en que nosotros humanos tenemos esa necesidad, que no vemos en el resto de la naturaleza: quizas eso nos distingue de modo especial y por eso, me confirmo en que algo que nos hace muy humanos es que busquemos el sentido. No entiendo tu prespectiva de que buscar el sentido, sea simplemente un modo pragmatico de pasar por esta vida, un parentesis "forzado" dentro de la absurdidad que es en realidad el marco existencial verdadero, Una opción alternativa que me gusta como científico es pensar en esto como en un proceso en el que a medida que entendemos el mundo y nuestro papel en él -y de modo personal y profundo, el sentido de nuestra existencia-, pasamos del absurdo al sentido: probablemente no es un proceso único y lineal sino que en varias facetas de nuestra vida vamos del absurdo al sentido y del sentido parcial (indicios de sentido) al sentido pleno (lo que otros han venido a llamar "realización"), que mucho más tiene que ver con la felicidad que no el bienestar o la ausencia de sufrimiento. (2) esto me lleva al segundo punto. No te conozco, pero por lo que escribes, la idea que me hago de tí es de una persona que sí ha llenado de sentido muchas facetas y etapas de su vida. Hablas de que ha sido un esfuerzo por poner un propósito. Eso para mi basta y sobra. Navego en la incertidumbre -eso hacemos todos- y eso significa que nunca tenemos la última palabra sobre el sentido completo de mi vida. Pero eso lejos de hacerme renunciar a la busqueda de sentido o de buscarlo sólo como táctica para evitar el aburrimiento o depresión, de modo irremediablemente temporal, a mi me empuja hacia adelante como quien se vuelca en la apasionante tarea/desafío más decisivo de la vida. Cuanto me gustaria, querido autor, que lo vieras asi!. (3) El tercer tema clave es el sufrimiento. Hablas de que cuidas biológicamente tu cuerpo, no porque esta vida tenga un propósito, sino porque así puedes retrasar/evitar el sufrimiento derivado de la enfermedad. Pero hay dos elementos que me hacen discrepar de este intento (A) casos no infrecuentes de personas que "se cuidan" y aparecen en mi consulta con una enfermedad letal: desde el cancer hasta la neurodegeneración, pasando por enfermedades asi llamadas funcionales (digestivas la mayor parte), se deben a causas que desconocemos y a pesar del cuidado que ponemos en tratar bien a nuestro cuerpo, sin más aparecen. (entiendase, que si no cuidamos el cuerpo, aparecen más, variadas, y precoces enfermedades, claro). (B) Ayudo a muchos en sus procesos de enfermedad y pienso que es mucho peor el sufrimiento psicológico (sindromes como la ansiedad o la depresion, que se extienden por doquier) e incluso el moral (una enemistad familiar, una infidelidad, un abandono afectivo, y -por encima de todos, a mi modo de ver- la falta de sentido de la propia vida), que el físico (dolor, disnea, astenia, etc). De modo que si uno no desea sufrir, debería invertir más en lo primero que en lo último (siendo médico, tiro piedras en mi propio tejado, pero lo veo así). (4) por último, el tema de los cuidados paliativos y de tu historia personal (gracias por compartirla!!! dice mucho de cuan en serio me has tomado, gracias!). Me entristece y me gustaria haber sido yo el que cuidara a tu madre. Creo que en paliativos estamos aun en la edad de la piedra o del bronce: no hay conocimiento, no hay investigación, no se aplica la tecnología que tenemos para tantas otras ramas de la medicina, aun está basada en la institucionalización cuando debería ser un acto médico siempre realizado en el domicilio y en el ambiente familiar, no atiende a los enfermos 360 grados sino solo un fragmento de sus necesidades, no atiende a las familias, etc etc. Hay honrosas excepciones en nuestro país (por ejemplo algunas unidades de paliativos del sistema de salud catalán), pero no hay voluntad política para invertir en cuidar más a los que nos han cuidado, en el momento más delicado de sus vidas. Ahi veo lo pernicioso de la ley de eutanasia, que no hace honor a su definicion "buena muerte". Buena muerte es "dejar que te desvanezcas sin hacer daño a nadie" como dices: conseguimos eso mejor con la eutanasia o con unos paliativos de alto nivel profesional. Sin dudar ni un instante, apuesto por lo segundo. La muerte es un proceso necesario y en todas las culturas ancestrales ha sido siempre un momento en el que el acompañamiento (por la familia, incluso por el poblado entero) se pone de manifiesto. Se respetan los tiempos y se aprovechan los mismos para un montón de cosas: conocerse y conocerle, reconciliarse, cerrar heridas, perdonar y perdonarse, manifestar el cariño que no has podido manifestar... en definitiva, una oportunidad de oro para que fluya el amor, unica fuente de felicidad. Como decía en mi anterior post, cuidar a alguien que se va, puede sanar a una persona para toda la vida: puede revestir de sentido algo que no parece tenerlo. Con dolor? pues no, eso no y me revuelvo pensando que en pleno siglo 21 aun no haya profesionales que no conozcan y practiquen la saludable sedación paliativa -en las antípodas de la eutanasia-. Pero con una inyección letal? pues no veo cosa más irrespetuosa, individualista -aunque revestida de compasión por/de los que quedan aquí abajo-, difícil de distinguir de lo que hicieron en su día los más horrendos regímenes políticos (de ahí se popularizó el término eutanasia o eutanasiar). Aquí alguno puede tacharme de radical, enemigo de la libertad, y no lo soy. Una ley que permita terminar inmediatamente con la vida es un arma de doble filo y hay que ser muy realistas: nadie estará satisfecho, como se ve en los comentarios: uno porque, cuando uno siente que esta muy justificado, hay demasiadas trabas.... otro porque será sencillo emprender una pendiente resbaladiza que amplie la aplicacion a otras condiciones, no necesariamente el dolor o enfermedad sino simplemente- y volvemos a este gran tema- a la falta de sentido. Pero yo no entro en la cantidad de consecuencias que traerá en su aplicación. Sino en el error que a mi modo de ver, subyace en el pensar haber encontrado una solución al sufrimiento en esta ley. Una deshumanización progresiva y con ella una montaña de nuevos sufrimientos está por venir si nos lanzamos en los brazos de la eutanasia y banalizamos sus consecuencias. Una deshumanización que crecerá sino pedimos a nuestros políticos que inviertan "de verdad" en cuidados paliativos de calidad, públicos y que lleguen a las casas del último pueblo de España. Pido perdón de nuevo por la extensión y la espontaneidad. Y gracias de nuevo por permitirme esta conversación.

        • conjeturas
          2023-07-31 Responder

          Intento responder directamente a la esencia de tus observaciones:
          (1) Por mucho que lo intento, no soy capaz de encontrar ese sentido al que te refieres. No soy capaz de atribuir sentido a una conjunción improbabilísima de circunstancias que me pusieron en este mundo. No soy capaz de encontrar razones para la trascendencia.
          (2) Buscar el sentido no es un mero “modo pragmático” de pasar por esta vida. Es una necesidad inevitable. Nuestra mente autoconsciente y dotada de capacidades cognitivas muy sofisticadas nos ha jugado esto una mala pasada. Al desarrollar en tan alto grado la capacidad para imaginar realidades alternativas y para pensar en el pasado y el futuro, nos ha convertido en especialistas en preguntarnos por los porqués. Nos ha convertido en animales narrativos; buscamos relaciones causales en todo lo que percibimos. [No somos capaces, sin embargo, de explicar la causalidad (¡qué terrible paradoja!); por eso nos resulta tan extranjero el país cuántico]. Y como esa búsqueda de un sentido trascendente ha resultado estéril, mi opción ha sido la de atribuirle yo un sentido que me ha resultado satisfactorio y con el que creo que puedo contribuir a mejorar en una infinitesimalmente pequeña medida la felicidad de los demás.
          (3) Cierto. No por mucho cuidar la salud de órganos y sistemas, en general, se garantiza la ausencia de enfermedad. Pero se compran más boletos para tener menos contratiempos. Eso lo sabemos bien. Beber más alcohol, deslizarse hacia el síndrome metabólico o aislarse socialmente tienen graves costes en términos de salud orgánica. De manera que prefiero, para evitar sufrimientos innecesarios, cuidarme (sin incurrir en excesivos alardes de austeridad). En lo que a la mente se refiere, uno hace lo que está en su mano para evitar males mayores: procuro que mi pareja no tenga excesivos motivos de queja, cultivo las amistades (y trato de superar las limitaciones a que me condena mi timidez), no le pido demasiado a la vida ni a los demás. La falta de sentido esencial, trascendente, de mi vida tampoco me produce malestar psicológico alguno; quizás por eso me la puedo permitir. El dolor físico, sin embargo, me produce desánimo.
          (4) Uno puede desear una atención paliativa excelente, pero esa no es la que tenemos. Si la tuviésemos, podría quizás cambiar mi punto de vista. Y si llegásemos a tenerla, seguramente reconsideraría mi opinión. Pero hoy es el día en que ni siquiera se toma suficientemente en serio el dolor físico, y eso que estamos mucho mejor que hace unos años. No, yo no creo que una inyección letal sea irrespetuosa; no discuto que sea individualista, aunque no le veo problema a que lo pueda ser. Y no se trata de “revestirla de compasión”; cada uno habla por sí mismo. En lo que a mí respecta, esa inyección sería (será) compasiva; no tengo duda al respecto. Cuando mi madre me decía que si pudiera se arrojaría por la ventana, la entendía perfectamente. Yo, en su lugar, habría dicho (y pensado) lo mismo. No es equiparable a lo que han hecho esos horrendos regímenes. En esos regímenes no se ha matado a la gente por compasión ni en circunstancias desesperadas para las personas que la sufrieron. Fueron asesinadas por dictados ideológicos; la distancia es abismal. Las leyes están para regular la convivencia y para hacer posible unas vidas mejores; por lo tanto, si las previsiones legales no se cumpliesen, habría que cambiarla. No hay razones especiales para pensar que vayamos a deslizarnos por pendiente alguna y ni siquiera veo que una posible pendiente nos hubiese de conducir a la barbarie.
          (5) Se trata de mi decisión, de mi autonomía personal. Es una actitud individual e individualista, sí, pero no veo dónde está el problema, incluso si el motivo por el que desease terminar con mi vida fuese la angustia existencial. Es mi vida. Donde tú ves deshumanización, yo veo humanidad. Donde tú ves nuevos sufrimientos, veo compasión. Donde ves banalización, yo veo asunción del propio destino.
          Concluyo. En lo que a mí respecta, creo haber expresado todo lo que pienso y siento acerca de este asunto. Tengo 62 años y le he dedicado mucho tiempo y mucha reflexión a esto. Esto no me otorga ningún título, pero espero que, al menos, se entienda que la mía es una postura muy meditada. No aspiro a convencer a nadie (ni en esto ni en casi nada). Creo que este tema toca fibras muy profundas que no están al arbitrio de la razón, sino gobernadas por emociones o sentimientos muy básicos.
          Gracias por tu disposición al debate razonado y sereno, y por tu actitud abierta al diálogo y contraste de ideas.

          • Jose Maria
            2023-07-31

            Excelente y de nuevo dedicada respuesta, que me hace entender mejor tu punto de vista. Hay algo que me dice que no son posturas tan alejadas y que parten de un substrato común y una intención noble, también común. Veremos a donde nos lleva la Eutanasia, somos un país muy avanzado en eso. No te juzgo ni a nadie que tome esa decisión. Pero he visto vivir un enfoque distinto a la vida y sobretodo a la muerte, sin duda más luminoso y te diría que más real, porque no niega el dolor sino que le busca incansable un sentido, aunque solo sea el de acompañar el amor. Quien ama sufre y renuncia y quien sufre tiene la oportunidad de amar más auténticamente. Y aquí paro por respeto a tu tiempo. He aprendido mucho y he integrado tu perspectiva en cómo intento analizar yo razonadamente este tema tan delicado. Gracias de nuevo y hasta siempre. Seguiré leyéndote!

          • Jose Maria
            2023-07-31

            A mi anterior comentario, quiero insistir que con mis razones o argumentos no he querido juzgar tu opinión o actitud, porque no soy nadie para hacerlo, porque no es mi estilo, y porque creo tener una profunda humanidad y noto cuando hay honestidad y autenticidad y porque comprendo que las experiencias vividas necesariamente son la materia con la que se va construyendo el pensamiento y las emociones. Un abrazo enorme y otro a tu madre qepd. Me quede feliz sabiendo que si hubiese buenos paliativos, podrías llegar a reconsiderar tu decisión. Ojala un día lleguemos a ello. Y respecto al comentario del sufrimiento y el amor, me refería al sufrir en general, a la fortaleza de soportarlo y a la belleza del esfuerzo costoso por un amor, no me refería al sufrimiento evitable de un dolor físico o psicológico insoportable.

  6. Eta nola bizi duzu espiritualtasuna? Zein leku ikusten diozu zure bizitzan?

    • conjeturas
      2023-07-31 Responder

      Ez dakit zer ulertzen duzu espiritualtasunez. Nire iritziz natura materiala da, materia hutsezkoa.
      Hala ere, gogoaz ari bazara, hau da, entzefaloaren produktuaz ari bazara, jakin beharko nuke gogo horren zein ikuspegiri dagokion zure galdera.

      • Zein ikuspegi? Zabalena. Zer da arima, zer da espirtualtasuna? Eskerrik asko. Ikusten duzunez, jendea irrikan gaude gai hauei buruz berba egiteko.

        • conjeturas
          2023-08-01 Responder

          Argiago esango dut: ez dut sinisten izaera fisikorik ez duen izakirik edo entitaterik. Beraz. holako entitateei buruz galdetzen badidazu, nire erantzuna oso argi eta sinplea da: ez dut horretaz sinisten, beraz, ez dut espiritualtasunari buruzko esperientziarik.
          Ez dut esaten ez dagoenik; bakarrik esaten dut nik ez dudala uste horrelakorik existitzen denik.
          Baina, gogoaz (gaztelaniaz «mente» deitzen dugunaz) ari bagara, entzefaloaren produktutzat dut, goizero, esnatzerakoan agertzen dena eta gauero, lokartzerakoan, itzali. Gogo-jardun ugari eta sakon egiten dut egunero, goizean ibiltzera joaten naizenean. Introspekzio edo barne-azterketa egiten dut. Oso argigarria da. Besterik ezin esan diezazuket.

  7. Victoria
    2023-07-28 Responder

    Somos muchos los que tenemos o hemos tenido experiencias parecidas con nuestros familiares y yo desde luego me identifico contigo. Espero que mis hijos no tengan que hacerse cargo de mí si dejo de ser yo misma o cuando la vida pase por mí pero yo ya no la viva, o si tengo una enfermedad incurable y necesite cuidados paliativos. Creo que la medicina a veces alarga la vida demasiado. He conocido personas mayores que han pasado los últimos años casi en coma, y eso no es dignidad. Me gustaría que la ley evitara estos casos, pero no tengo mucha confianza en ella, me temo que se exigirán demasiadas condiciones para aplicar l eutanasia.

  8. Ángel M. Felicísimo
    2023-08-15 Responder

    En el 2012, sin ley en el horizonte, escribí sobre el asunto algo estrechamente relacionado a raíz del librito de Hitchens "Mortalidad": Nadie con la mente sana quiere morir sin motivo. Vivir es probablemente el instinto más sólidamente arraigado en nuestros cerebros en nuestra historia evolutiva. Sin embargo, en esa etapa de derrumbe de nuestra ilusión de inmortalidad (la muerte estaba tan lejana que no la considerábamos ni como posibilidad) comenzó a preocuparme la forma de morir.
    Mortalidad y suicidio > https://golemp.blogspot.com/2012/12/mortalidad-y-suicidio.html


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