Hago una excepción y hablaré de ciencia; es más, hablaré de lo mío: fisiología y evolución. Lo advierto para que quien no esté interesado en estas cosas sepa a qué atenerse. Pero no me he podido resistir. Esta es una pequeña gran historia.

Leo hoy aquí que la cabeza de los bebés desprende una sustancia volátil llamada hexadecanal que tiene efectos sorprendentes y la mar de interesantes. Según el estudio enlazado antes, disminuiría la agresividad masculina, pero la aumentaría en las mujeres. Se percibe a través del olfato, pero no nos damos cuenta, no es una señal conspicua.

Lo normal es que hombres y mujeres no reaccionemos de forma diferente frente a señales auditivas y visuales. Pero sí lo hacemos frente a señales olfativas y, por lo que se ha podido comprobar en este caso, también al hexadecanal. Se trata de una diferencia notabilísima, porque, a partir de los patrones de activación de diferentes áreas encefálicas, es posible identificar, con una precisión de un 80%, el sexo de la persona que recibe la señal, esa señal de la que -repito- no somos conscientes.

Que se modere el comportamiento agresivo de los hombres al olfatear a un bebé es bueno para la supervivencia del bebé. Y también es bueno para la continuidad del linaje de su padre. Esa es la razón por la que se ha seleccionado esa respuesta al “olor inodoro a bebé”, porque así es más probable que los genes del padre perduren.

Llegados a este punto, usted ha podido preguntarse qué razón puede haber para que sea bueno que el padre sea menos agresivo. Pues bien, se da la circunstancia de que en los mamíferos, en general, los bebés corren cierto peligro cuando hay machos cerca. Corren mucho más peligro cuando el macho no es el padre, claro. Pero, aunque menos, también lo corren cuando es el padre el que está cerca. Como digo, todo esto es propio de los mamíferos, o sea, de nosotros. En definitiva, es bueno para los bebés que los machos y también los padres, aunque en menor medida, vean mitigada su agresividad.

Con las hembras, y más especialmente con las madres, ocurre lo contrario. La violencia de los machos se dirige con frecuencia hacia los bebés. La de las hembras, por el contrario, se dirige a los intrusos, a quienes pueden poner en peligro la vida del bebé, de manera que es bueno para los bebés y también para la continuidad del linaje de las madres, que estas reaccionen de forma agresiva ante la presencia de intrusos potencialmente peligrosos. Y por eso es bueno que su agresividad aumente cuando detectan una molécula que ha sido emitida por el bebé.

En todas las culturas se anima a los padres a que olfateen a su bebé. A las madres esa actitud les complace, activa lo que se denomina sus circuitos de recompensa, los circuitos encefálicos que reportan placer. Se cierra el círculo. Por cierto, el hexadecanal no solo lo desprende la cabeza del bebé, también es muy abundante en sus heces.

No es fácil asumir, con todas sus consecuencias, que nuestra naturaleza es mamífera. Pero lo es, vaya si lo es. Tanto que, si hoy estoy aquí escribiendo estas líneas, es quizás gracias a que una molécula inodora salvó la vida de alguno de mis ancestros o, quién sabe, incluso la mía.