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Escasez virtuosa

2021-10-27 2 Comentarios

En junio del año pasado renovamos parte de nuestro mobiliario. Ya entonces hubo problemas con algunos suministros. La pandemia había parado algunas fábricas y las cadenas de distribución se habían roto para algunos productos, sobre todo los que vienen de extremo oriente. En octubre pasado, hace ahora un año, estaba prevista la publicación de Animales ejemplares. Hubo de retrasarse a diciembre. El papel, muy especial, que hacía falta para imprimir el libro, escaseaba.

Fueron dos señales, no demasiado importantes, de un problema que no ha dejado de crecer desde entonces. El mundo occidental tiene mucho dinero ahora. Lo tienen los gobiernos, que lo gastan con alegría para estimular una economía que la pandemia ha castigado. Y lo tenemos muchas personas particulares, que no lo pudimos gastar en 2020 por culpa del confinamiento y de las restricciones a la movilidad; nos esforzamos ahora por ponernos al día, sobre todo con cosas para el hogar y artilugios electrónicos, al parecer. La escasez de chips ha obligado a parar la producción de muchas cosas, coches entre ellas. Aunque esas no son las únicas cosas que escasean.

También hay poca energía. En parte por razones puramente económicas y en parte por motivos de orden geopolítico. Además, hemos decidido consumir más energía procedente de fuentes renovables. Se ha formado así una tormenta de precios perfecta.

La gente se enfada. El gobierno se pone nervioso. Las eléctricas se echan al monte. Hay fábricas que reducen su producción o, directamente, la paralizan por unas semanas, porque no compensa, por ejemplo, fabricar acero a precio de platino (permítaseme la hipérbole). El gobierno se pone más nervioso. La gente se enfada más. La situación se presta a la demagogia, a la inestabilidad social y a la irresponsabilidad política.

Debo confesar, sin embargo, que experimento un cierto regocijo del que no puedo evitar sentirme culpable. Llevo unos años cabreado por el despilfarro que veo en determinados sectores sociales. Quienes pertenecemos al grupo socioeconómico del que creo formar parte gastamos mucho, demasiado; despilfarramos.

Ya antes de la pandemia, y tras una dura crisis económica, comprábamos más ropa de la que necesitábamos. Cambiábamos de coche con más frecuencia de lo razonable. Adquiríamos automóviles absurdamente grandes, rápidos, ostentosos y caros. Viajábamos demasiado en avión y, a menudo, a lugares irracionalmente lejanos. Son algunos ejemplos de un ritmo de consumo estúpido, sin medida, como si el despilfarro fuese la razón de nuestra existencia.

No todo el mundo lo ha podido hacer, por supuesto. A consecuencia de la crisis del 2008, mucha gente perdió el empleo, o ni siquiera llegó a acceder a un trabajo. Mucha otra tiene empleos lamentables, subempleos, de los que no animan a establecerse y hacer planes a medio plazo. Pero gran parte de nosotros lo hemos podido hacer y muchos lo hemos hecho.

A la vez, decimos querer respetar el medio ambiente, no agotar los recursos naturales, dejar de emitir gases que provocan efecto invernadero, que el planeta no se caliente, que nuestro desarrollo sea sostenible.

Lo más probable es que la próxima semana no se alcancen en Escocia acuerdos efectivos para mitigar el calentamiento global. Y si se alcanzan, será difícil que se cumplan. Echaremos luego la culpa a los políticos. Diremos que los intereses de las petroleras han prevalecido. Culparemos al capitalismo voraz de nuestros males.

No digo yo que los políticos no sean inconsecuentes, que las petroleras no maniobren para evitar perder ganancias, que el capitalismo no se apiade del planeta y del futuro de nuestros hijos e hijas. No diría eso ni lo contrario, porque no lo sé y, además, daría igual. Me viene a la cabeza la excusa de los galos para justificar que Asterix perdiese la carrera: el anciano Edadepiedrix dice que los jabalíes que había cenado Asterix habían comido porquerías y Abraracurcix, el jefe, que la pista estaba en malas condiciones.

Somos nosotros quienes cogemos el coche cuando podríamos ir en tren; quienes, en promedio, compramos una prenda de ropa a la semana; quienes volamos a Cancún de vacaciones, o a Vietnam; quienes compramos otro coche cuando nos hemos aburrido del anterior; quienes regalamos juguetes a los nietos o nietas como si no tuviesen sus cuartos a rebosar; quienes compramos en invierno un melón que se ha cultivado en Brasil.

Soy muy consciente de que, si consumiésemos de forma racional a partir de mañana, mucha gente perdería su puesto de trabajo un mes después. Tan vicioso es el círculo en que nos hemos metido. Y también sé que si la energía sigue siendo tan cara mucha gente puede perder su trabajo porque su empresa llegue a cerrar. Por eso creo que el nudo que hay que deshacer es más difícil que el de Gordio. Pero, si no lo conseguimos, nos enfrentamos a una tragedia de los bienes comunes de escala planetaria, una tragedia en la que la calidad del agua y del aire, la biodiversidad y la salud humana se encontrarán en grave riesgo, y en la que lleguemos a agotar las existencias de recursos en el planeta. Es la distopía a la que quizás estemos abocados.

Pido perdón por esta jeremiada a quienes hayan leído hasta aquí. Me ha servido para justificar el regocijo, combinado con la preocupación por quienes sufrirán de verdad sus consecuencias, con que contemplo la subida de precios que sufrimos y, en concreto, la de la energía. No habrá transición a otro modelo energético sin dolor; me temo. El dolor que debería servir para convertir en virtuoso el círculo vicioso en que nos hemos metido. De ahí el regocijo -casi íntimo hasta hoy-, porque la escasez que sufrimos quizás sea la palanca que active las virtudes que tanto necesitamos. Sería así una escasez virtuosa.



2 Comentarios En "Escasez virtuosa"

  1. Adelaida Bermúdez García
    2021-10-29 Responder

    Pues ha puesto usted palabras a lo que me ronda el pensamiento hace ya unos tiempos, unido a esa cierta culpabilidad y pudor moral que me impide compartirlo. Así que le agradezco mucho su valentía.

    • conjeturas
      2021-10-29 Responder

      Muchas gracias.
      No creo ser especialmente valiente. ;-)
      Es lo que pienso y lo que siento. No me cuesta escribir estas cosas. :-)


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