El humanismo es una filosofía de vida progresista que, sin invocar o recurrir a entes sobrenaturales, afirma la capacidad y responsabilidad de los seres humanos para conducirnos de forma ética y llevar una vida de desarrollo personal que aspira a lograr el bien de la humanidad.

Los principios del humanismo -guiados por la razón, inspirados por la compasión e informados por la experiencia- nos motivan a vivir una vida buena y plena. El humanismo ha evolucionado a lo largo de la historia y continúa desarrollándose gracias al esfuerzo de personas reflexivas, conscientes de que ideales y valores, aunque forjados de forma cuidadosa, están sometidos al cambio conforme avanza el conocimiento.

Esta declaración, que es parte de un esfuerzo en marcha, pretende manifestar de forma clara y en términos positivos los límites conceptuales del humanismo: no pretendemos establecer lo que debemos creer, sino concitar un consenso acerca de lo que creemos. Al respecto, afirmamos que:

El conocimiento del mundo es el resultado de la observación, experimentación y análisis racional. Pensamos que la ciencia es el mejor método para obtener ese conocimiento, así como para resolver problemas y desarrollar tecnologías beneficiosas. También reconocemos el valor de nuevas orientaciones en el pensamiento, en las artes y en la experiencia interior, sometidas, eso sí, a la criba del análisis crítico.

Los seres humanos somos parte integral de la naturaleza, el resultado de un proceso evolutivo no guiado. Reconocemos que la naturaleza existe por sí misma. Aceptamos nuestra vida tal y como es, que las cosas son como son y no como nos gustaría que fuesen. Damos la bienvenida a los retos que nos plantee el futuro, sin temor a lo desconocido.

Los valores éticos derivan de las necesidades e intereses humanos, tras ser sometidos al contraste con la experiencia. Nuestros valores se fundamentan en el bienestar humano, tal y como resulta moldeado por las circunstancias, intereses y preocupaciones que nos afectan, y su ámbito es el ecosistema global y más allá. Nos comprometemos a tratar a todas las personas como poseedoras de dignidad y valor innatos, y a tomar decisiones informadas en libertad con la correspondiente responsabilidad.    

La satisfacción con la vida surge de la contribución personal al servicio de los ideales humanos. Nos proponemos alcanzar el desarrollo más pleno posible y animar nuestras vidas con un profundo sentido de propósito, a la vez que experimentamos asombro, maravilla y fascinación ante la dicha y belleza de la existencia humana, sus desafíos y tragedias, e incluso ante el carácter inevitable y definitivo de la muerte. Nos apoyamos en la rica herencia cultural humana y en los principios vitales del humanismo para dar consuelo en tiempos de necesidad y ánimo en tiempos de abundancia.

Los seres humanos somos sociales por naturaleza y las relaciones con los demás dan sentido a nuestras vidas. Anhelamos y nos esforzamos por alcanzar un mundo de cuidado mutuo y preocupación por los demás, un mundo sin crueldad y sus consecuencias, un mundo en el que las diferencias se resuelven de forma cooperativa sin recurrir a la violencia. La confluencia de la individualidad y la interdependencia enriquece nuestras vidas, nos anima a enriquecer las de los demás, y nos inspira la esperanza de alcanzar la paz, justicia y oportunidades para todas las personas.

El trabajo en pro del beneficio del conjunto de la sociedad hace más felices a las personas. Las culturas progresistas han trabajado para liberar a la humanidad de las brutalidades de la mera supervivencia y para reducir el sufrimiento, mejorar la sociedad y desarrollar la comunidad global. Queremos minimizar las desigualdades provocadas por las circunstancias y capacidades de los individuos, y apoyamos una distribución justa de los recursos naturales y los frutos del esfuerzo humano, de manera que puedan disfrutar de una buena vida cuantas más personas mejor.

Nos preocupa el bienestar de todos, estamos comprometidos con la diversidad y con el respeto a diferentes puntos de vista. Trabajamos para conseguir el disfrute universal de los derechos humanos y las libertades civiles en una sociedad libre y secular, y defendemos la idea de que es una obligación cívica el participar en el proceso democrático y una obligación democrática el proteger la integridad, la diversidad y la belleza de la naturaleza de una forma sostenible y segura.

Inmersos así en el flujo de la vida, aspiramos a hacer realidad la visión que expresa este manifiesto, con la convicción, sustentada en el conocimiento, de que la humanidad está capacitada para progresar hacia sus más altos ideales. La responsabilidad de nuestras vidas y del tipo de mundo en el que vivimos es nuestra y solo nuestra.

Nota: este texto es mi traducción -bastante libre y personal- de la tercera versión del Manifiesto Humanista, formulada en 2003 por la Asociación Humanista Americana, cuya primera versión fue publicada en 1933. Este texto constituye una declaración de los principios y propósitos que inspiran a gran parte de quienes nos consideramos humanistas seculares. Lo he publicado en Conjeturas porque comparto su contenido y deseo que sea conocido por cuantas más personas mejor para que, si así les parece, lo puedan hacer suyo y difundir a su vez.