Hace unos meses reflexioné aquí acerca de la importancia de las ideas como motores de la humanidad. Los valores que inspiran el ordenamiento jurídico, la forma en que se organizan las sociedades, o el modo en que se articula la actividad económica y las relaciones entre los países se basan en ideas que, aunque pueden tener orígenes diferentes, se debaten en la esfera política.

El tiempo no pasa en balde, tampoco para las ideas. Por una extraña casualidad muy propia de las redes sociales me he encontrado con unas figuras muy interesantes que reflejan cómo han cambiado las preferencias políticas en los países más avanzados del mundo durante el último siglo y medio. Son figuras basadas en resultados agregados de diferentes opciones electorales a lo largo del tiempo. No sé cómo se han elaborado; desconozco qué criterios se han seguido para decidir qué países se consideran los más avanzados, aunque supongo que se refiere a los países democráticos del Occidente (político). Ignoro cuál es la fuente original ni en qué contexto se presentan y se han debatido esos datos. Solo sé que han sido difundidas desde la cuenta de Taylor Mann. (al final del texto está enlazado el hilo en Twitter). Y me ha parecido interesante traerlas aquí. Asumo que, en lo esencial, reflejan una realidad, y por eso las traigo y las comento. No tengo pretensión alguna respecto a su valor empírico. Y lo que haré a continuación no es sino conjeturar, que para eso se llama este blog como se llama.

El repaso empieza en el momento en que surgen las ideologías de lo que hoy llamamos “izquierda” (variantes del socialismo), en una época en la que las opciones mayoritarias eran, aparentemente, liberales, aunque de fuerza muy pareja a la de la agregación de las diferentes “derechas” (conservadores y democristianos, principalmente). A grandes rasgos se podría decir que a mediados del siglo XIX ser liberal era ser progresista y no serlo era ser reaccionario.

Pero entonces surgió el socialismo y en su primer medio siglo de vida llegó a arrebatar al liberalismo la mitad de su electorado. Ya no estaba tan claro qué era ser “progresista”. Ese medio siglo de vida del socialismo es el tiempo en que tardó en aparecer el comunismo. Tuvo este su máxima influencia tras la II guerra mundial en los países aquí considerados, pero desde entonces ha ido perdiendo fuelle para remontar ligeramente coincidiendo con la gran crisis económica que se inició en 2008.  La socialdemocracia alcanzó su máxima relevancia alrededor de 1960 pero desde entonces la ha ido perdiendo poco a poco (lo indica con claridad la siguiente figura), al menos en parte por la aparición del ecologismo político en la década de los setenta.

El liberalismo, entre tanto, ha mantenido un porcentaje relativamente constante durante los últimos 80 años. El declive que experimentó en beneficio del socialismo y otras ideologías de izquierdas, no se prologó tras la II guerra mundial.

El bloque de derechas, considerado en conjunto, se ha mantenido más o menos constante a lo largo de todo el periodo. Esto da que pensar. También la proporción entre conservadores y democristianos se ha mantenido estable. Lo que llama la atención de ese bloque son los tres (o cuatro) episodios de emergencia de opciones de extrema derecha. Y lo más inquietante es el crecimiento, lento pero constante, que ha experimentado esa tendencia política desde entonces. Se produce, sobre todo, desde comienzos de los noventa, y no creo que sea demasiado aventurado relacionarla con la mayoría de edad de las generaciones nacidas unos cuantos años después de la II guerra mundial. Podría ser que la pujanza de la extrema derecha se produzca cuando ya se han olvidado los horrores que nos trajeron los extremismos y las ideologías totalitarias en el pasado o cuando quienes los vivieron han desaparecido. Una visión alternativa de los brotes totalitarios puede leerse aquí, donde traté del efecto de las crisis económicas sobre los extremismos políticos.