De clínica a cliente, pasando por declive y clítoris
Una mañana, mientras dábamos nuestro paseo matutino de los sábados, Aintzane se preguntó en voz alta acerca de si existe alguna diferencia entre los significados de las palabras clínica y hospital. No lo sabía, pero creo que normalmente llamamos clínica a una dependencia sanitaria de tamaño medio, mientras que hospital nos parecía que es una gran instalación. Indagamos, no obstante, acerca de la etimología[1] de las dos palabras.
Vimos que hospital procede del latín hospes, huésped; de ahí deriva hospitalia, lugar para visitas extranjeras, y de hospitalia, hospital, lugar que da auxilio a viejos y enfermos. Hotel, hospedaje, hospedería y hospitalidad tienen la misma procedencia.
Clínica, sin embargo, viene del griego kliniké, que es como llamaban a la práctica médica de atender a los pacientes en la cama, kline. Esta, por su parte, procede del verbo klinein, que significa inclinarse o acostarse, y está, al parecer, relacionada con la raíz indoeuropea klei, que denota inclinación, pendiente o subida.
Hay unas cuantas palabras en español que proceden de ese mismo étimo indoeuropeo. Inclinar (y todas sus derivadas) es quizás la más obvia. Procede del latín inclinare. El prefijo in- (hacia dentro) viene del indoeuropeo en-, el mismo con que empieza encéfalo, por ejemplo (dentro de la cabeza). Y clinare procede también de la indoeuropea klei.
Reclinar es otra de esas palabras. Proviene del latín reclinare, que significa inclinarse hacia atrás. Me sorprende un poco, porque creo recordar que en el reclinatorio, ese pequeño mueble en el que se reza de rodillas, la gente no se inclina hacia atrás. Pero vaya usted a saber por dónde ha pasado esa palabra antes de llegar hasta nosotros.
Declinar, que significa rechazar una invitación a algo, comparte esa misma raíz, aunque lleva el prefijo de-, que indica que algo ocurre de arriba hacia abajo; es el caso de derrumbar, demoler, defenestrar, decaer…, son palabras que indican que algo cae; en el caso de declinar, lo que se viene abajo es la posible participación en ese algo a lo que se invita. No alcanzo a vislumbrar cómo se relaciona esta acepción de declinar con la relativa a la declinación de una lengua, pero seguro que la relación existe.
Declive tiene que ver con la anterior. Proviene del latín declivis, que significa inclinación descendente del terreno y, metafóricamente, decadencia. Como vemos, tanto declive como decadencia, empiezan por de-, por lo que aquí también tenemos esa dirección hacia abajo contenida en el prefijo. La raíz es clivis, adjetivo latino que significa inclinado y que se deriva de clivus, que nombra una pendiente o subida. El origen de ese clivus tiene, de nuevo, que ver con klei.
Proclive tiene un origen similar. Solo cambia el prefijo, pro-, que indica una dirección hacia delante, e implica que el asunto al que se refiere la palabra es fácil de bajar o favorable y, por lo tanto, predispuesto favorablemente a algo.
En una esfera diferente de las anteriores tenemos clímax, el punto culminante de algo. Viene del griego klimax, escala. Y relacionada con la anterior, climaterio, que proviene de klimakter, escalón o peldaño en griego, y también etapa crítica de la vida. Pasó al latín como climacter. En la actualidad es una palabra técnica que expresa el periodo en que ya no se pueden tener hijos. Clímax y climaterio también contienen la indoeuropea klei.
Parecida a la anterior es clima, del latín clima, climatis, y este del griego klima, inclinación del sol y, por extensión, latitud, clima. La raíz de la griega klima es klinein (de nuevo del indoeuropeo klei), y se forma con el sufijo –ma, que indica el resultado de una acción, del mismo modo que lo indica en tema, poema o idioma.
Aunque, al parecer, esta etimología pudiera no ser correcta, el portal Etimologías de Chile incluye clítoris en este grupo de palabras. Procede de la griega kleitoris que significaría pequeña montaña o pequeña elevación, haciendo referencia, de nuevo, a la inclinación que configura esa elevación. Pero repito que esta es más dudosa.
Terminaremos este recorrido por cliente, proveniente del latín cliens, protegido. Al parecer, tiene la misma raíz indoeuropea klei, y se supone que nombra a quien se inclina ante su patrón para apoyarse en él o recibir su protección.
No he incluido aquí sinclinal, anticlinal o clina, porque son palabras técnicas, pero están también relacionadas con la indoeuropea klei. Estoy seguro de que hay más.
Cuando empecé esta indagación no imaginaba los curiosos vericuetos que acabaría recorriendo siguiendo el rastro a todas estas palabras. Sorprende cómo se modifica, extendiéndose y diferenciándose, el significado de las palabras. No podía imaginar que empezando por clínica, pasaría por declive y clítoris, entre otras, para terminar en cliente.
La historia de las palabras es maravillosa. No solo resulta interesante por sí misma. Ayuda, además a conocer mejor la forma en que funciona la mente humana, el modo en que cristalizan significados e, incluso, cómo surgen nociones nuevas.
[1] Suelo consultar la etimología de las palabras en la web etimologías.dechile.net, pero también recurro al Corominas.
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