Ayer se abrió el plazo para que los grupos de investigación del Sistema Universitario Vasco presenten sus solicitudes de ayudas para financiar su actividad investigadora durante los próximos cuatro años. Este programa de ayudas reviste una importancia especial, dado que los grupos universitarios conforman la base de lo que podemos denominar la pirámide de la ciencia y la innovación.

En efecto, los grupos de las universidades vascas crean conocimiento en todos los campos del saber. Los proyectos de investigación de los grupos universitarios abarcan todas las áreas del conocimiento —ciencias experimentales, ciencias sociales, artes y humanidades, ingeniería, arquitectura y ciencias de la salud—. Mediante la financiación de estos grupos se pretende fomentar la diversidad de nuestro tejido científico y dar un apoyo estable a la labor investigadora de las universidades vascas.

Esa actividad es crucial; gracias a ella el profesorado universitario adquiere la mirada crítica con la que deben abordar la docencia de las materias que imparten. Quienes investigan en una materia son los que mejor conocen sus fuentes, las debilidades de sus métodos y, por lo tanto, las de la propia disciplina que imparten. La investigación es, en definitiva, la práctica que cualifica al profesorado universitario. Sin ella, la universidad perdería su misma esencia.

Además, la investigación universitaria, directa o indirectamente, nutre el resto de componentes del Sistema Vasco de Ciencia –la pirámide antes citada— de su capital intelectual. Lo nutre directamente porque una porción sustancial de la investigación que se hace en esos otros elementos del sistema se desarrolla juntamente con personal investigador universitario. E indirectamente, porque buena parte del personal que trabaja en esos elementos se ha formado como personal investigador en los grupos de las universidades.

Los elementos del Sistema a los que me refiero son las entidades que forman parte de la Red Vasca de Ciencia, Tecnología e Innovación, tales como los BERCs, los CICs y los BioCentros de Osakidetza, así como, en cierta medida, los pertenecientes a la alianza BRTA y otros centros tecnológicos.

Por esa razón es tan importante dotar a los grupos de investigación universitarios –que son, insisto, la base de la pirámide– de los recursos económicos necesarios para que hagan su trabajo en las mejores condiciones posibles. Ese es el motivo por el que en esta edición contará con un presupuesto total de 50 millones de euros para los próximos cuatro años, lo que supone un aumento del 20 % respecto a la anterior de este mismo programa, que destinó 42 millones.

En la actualidad, este programa financia a 223 grupos de investigación. Con el aumento de fondos de esta nueva convocatoria, prevemos alcanzar los 250 grupos beneficiarios. Esto permitirá dar continuidad a proyectos consolidades e incorporar nuevas iniciativas de alta calidad. En total, más de 4.000 investigadoras e investigadores se beneficiarán de estas ayudas.

La nueva edición introduce mejoras significativas respecto a la anterior. Prioriza la calidad científica y la coherencia de los proyectos, así como la trayectoria consolidada de los grupos, por encima del volumen de méritos acumulados, lo que otorga mayor valor a la reflexión de cada grupo sobre su actividad investigadora.

También reduce la carga burocrática, tanto en la solicitud de las ayudas como en la resolución, con el fin de agilizar los trámites y facilitar la participación de los equipos.

Así mismo, promueve un mayor equilibrio de género, con el objetivo de que el 42 % de los grupos estén liderados por mujeres, frente al 37 % actual.

Y otorga a la difusión social del conocimiento un mayor peso como criterio de evaluación, reconociendo su importancia para construir una sociedad más informada y participativa.

El impacto económico estimado de esta inversión pública asciende a 400 millones de euros en los próximos cuatro años. De esta cifra, se calcula que 100 millones procederán de convocatorias internacionales y 300 millones captados por los propios grupos de investigación en proyectos de convocatorias competitivas.

Desde su creación en 2007, este programa ha contribuido de forma decisiva al fortalecimiento del sistema universitario vasco. En este tiempo, el número de publicaciones científicas indexadas generadas por los grupos ha pasado de 1.500 a más de 5.500 al año, lo que refleja una mejora sostenida tanto en cantidad como en la calidad e impacto.

El compromiso presupuestario también ha seguido una evolución ascendente; de los 26,5 millones de euros destinados en el periodo 2007-2010, se ha pasado a 50 millones para el periodo 2026-2029.

La política científica consta de programas diferentes. Incluye los de ayuda para la formación de personal investigador, los de movilidad internacional, las ayudas para sostener la actividad de los grupos universitarios, la financiación de los BERCs y los CICs, y las grandes infraestructuras. Pues bien, todos esos programas son importantes, pero por el volumen de las ayudas y por su carácter general, el de ayudas a los grupos es el fundamento sobre el que se levanta la pirámide la ciencia, la tecnología y la innovación.