De los combates callejeros con los grises de los años setenta no me queda sino un vago recuerdo. De las manifestaciones pacíficas de los ochenta por la calle Autonomía solo retengo imágenes parciales, fragmentarias. Durante los años de las décadas del noventa y dos mil sólo las concentraciones contra el terrorismo conseguían apartarme de la lectura o el paseo vespertino pero, desaparecida ETA, las manifestaciones ya no son ni sombra de lo que eran. No tienen épica. Por eso, cuando descubrí change.org un universo de posibilidades se abrió ante mí. Ha resultado providencial; ha venido a rellenar un enorme hueco, uno que me atormentaba, que me hacía sentir vacío, como si me faltase algo verdaderamente esencial. Por fin puedo contribuir a cambiar el mundo. La plataforma de las múltiples causas, grandes y pequeñas, ha cambiado mi vida; ha dado un sentido a mi existencia.

Ahora, las mañanas que me levanto de la cama solidario, combativo, o las dos cosas a la vez, enciendo el portátil nada más desayunar, busco en change.org las causas merecedoras de apoyo y les doy mi voto. Me gusta ese sitio: es fácil, cómodo y, sobre todo, no me ocasiona coste ni esfuerzo alguno. Al contrario, mi conciencia me agradece cada día el apoyo desinteresado que ofrezco a todo tipo de causas justas. He sustituido la intensidad, la épica de las grandes movilizaciones de antaño por la prodigalidad de causas a las que apoyar. Tampoco me parece tan mal cambio: de esta forma puedo multiplicar la militancia.

Ayer fue uno de esos días. Salí de la cama pletórico, con el firme propósito de dar mi apoyo a las causas justas del día. Y encontré una buena causa a la que apoyar, claro que sí. El asunto se refería a la universidad, a la UPV/EHU. No es la primera vez que mi universidad es objeto de alguna campaña en change.org; hace casi un año hubo que pedir que se repitiera un examen de matemáticas de la selectividad, y hace unas semanas se trataba de que los estudiantes de magisterio pudieran cursar sus estudios completos en castellano. Ayer había que protestar contra la decisión de las autoridades universitarias de subir los precios de la matrícula del curso 2017/2018 para poder costear los gastos que ocasiona la limpieza de las numerosas pintadas que “adornan” las paredes de las dependencias universitarias. La he apoyado, por supuesto.

Pues bien, resulta que ahora va el rectorado y lo desmiente: dicen que eso no es así; que no se ha decidido subida ninguna; que las tasas no las decide el rectorado; y que no, que nunca será razón para subir los precios el que haya que borrar unas pintadas. ¡Ya! Claro, ahora que han visto que había una causa abierta en change.org han tenido que rectificar. A buenas horas vienen con esas. Como si no supiéramos cómo se las gastan los mandamases. A nosotros nos van a engañar….