El asunto que más tensiones suele generar entre el rectorado de la universidad pública y el Gobierno Vasco es el presupuestario y, más concretamente, el relativo a los gastos de personal.

El pasado 3 de julio el equipo rectoral de EHU envió un mensaje al profesorado en el que se afirmaba, literalmente, lo siguiente:

“Sin embargo, en una reciente reunión con el departamento de Ciencia, Universidades e Innovación del Gobierno Vasco, se ha trasladado a este equipo rectoral que no habrá recursos adicionales para agilizar las listas de espera de promoción, ni tampoco para aumentar el presupuesto de este año.” 

Expresado de esa forma, el mensaje no refleja la realidad de lo dicho en las diversas reuniones habidas entre las autoridades de EHU y nuestro equipo, por haber omitido una parte muy relevante de nuestra posición.

Lo que han dicho los representantes del Departamento de Ciencia, Universidades e Innovación en las reuniones que han mantenido con el equipo rectoral –al igual que lo que yo mismo he dicho, en público y en privado, en más de una ocasión— es que, para poder tomar decisiones relativas a la plantilla de la universidad pública, necesitamos tener una proyección realista de su evolución, tanto en lo relativo al PDI (personal docente e investigador) como al PTGAS (personal técnico, de gestión, y de administración y servicios), de cara a los próximos cuatro años.

Sin esa proyección no se pueden estimar los costes que puedan derivarse de cada una de las propuestas que se nos han hecho llegar. Y por responsabilidad no podemos aceptar una dinámica en virtud de la cual las propuestas que conducen a elevar el coste de la plantilla se hacen fuera del contexto de una previsión global a medio plazo.

Esto se les ha explicado a los representantes del equipo rectoral en varias ocasiones y y se les ha solicitado que nos proporcionen esa proyección y la correspondiente estimación del gasto. Ese es el primer y fundamental paso para poder aceptar cualquier operación de plantilla que se nos proponga, esto es, que se haga en el contexto de una planificación a medio plazo con su estimación de costes.

Los recursos económicos se fijan cada año cuando el Parlamento Vasco aprueba los presupuestos para el ejercicio siguiente. Nuestro departamento tiene su presupuesto asignado; a EHU le corresponde el que se fijó en su día que, por cierto, incluía una subida de un 5% en la aportación ordinaria.

Lo que se destina a un fin no se puede destinar a otros. Ahora bien, ¿podrían hacerse cambios en el destino de esos recursos durante el ejercicio económico? En una pequeña proporción y si el trasvase de fondos no impide cumplir compromisos adquiridos o atender otras necesidades esenciales, se podrían hacer cambios, en efecto. Pero en materia de gastos de personal, las variaciones sobrevenidas en las necesidades solo se deben hacer en el contexto de una planificación a medio plazo. De otra forma estaríamos prefigurando necesidades futuras a ciegas, sin saber a qué nos enfrentaremos en los próximos años. Hacer eso sería irresponsable.

Somos conscientes de que hay necesidades de personal en ciertas áreas. Sabemos que en los próximos años se producirán muchas jubilaciones. Y también sabemos que a partir de 2030 se prevé una caída muy significativa en la entrada de alumnado en la universidad, del mismo modo en que lo ha hecho en la ESO.

Una gestión responsable –por rigurosa— de esa situación puede liberar los recursos necesarios para satisfacer necesidades emergentes y para contar con una plantilla bien dotada, tanto en PDI como en PTGAS. Esto también lo sabe el equipo rectoral.

Hemos afirmado en más de una ocasión que estamos comprometidos con la universidad pública, que nos proponemos reforzarla tanto como sea posible, dotándola de los recursos necesarios para progresar. Ese es nuestro objetivo. Pero esto solo se puede hacer de forma planificada y acordada, no de forma improvisada.

Entiendo muy bien la situación en la que se encuentran las personas que no han podido optar a una promoción que llevan años esperando. Tengo amigos y amigas que están o han estado en esa situación. Pero que lo entienda y que crea que deben crearse las plazas que harán posible esas opciones no implica que se haga sin tener un panorama claro de hacia dónde se dirige la universidad, de cuáles son sus apuestas, sus metas y sus prioridades. Debemos saber cuál es el trayecto previsto para alcanzar los objetivos que permitan mejorar EHU de forma significativa. Debemos atenernos a un camino bien diseñado y pactado, un camino sin atajos.