Ayudas para iniciar una carrera científica, ayer y hoy
Julio de 1982, me quedaba por conocer una de las últimas notas de la carrera, Biofísica. Era una optativa de quinto, del segundo cuatrimestre. Contaba con, al menos, aprobar. El mío era el único nombre sin calificación en la lista que había puesto el profesor en el tablón de anuncios del departamento; en su lugar decía: “Pase por el despacho del profesor”.
Pasé. Allí estaba él, escuchando Radio Clásica mientras consultaba unos artículos y tomaba notas. Le dije a qué iba, aunque él no necesitaba esa información.
“No sé qué hacer con usted” me dijo sin invitarme a sentarme. “Tiene un 10 en la primera parte, un 0 en la segunda, un 0 en la tercera, y un 10 en la cuarta.”
Le respondí que me pusiera un 5, la media.
“Ni hablar” me respondió. “Yo no le puedo aprobar la asignatura sin que me demuestre algún conocimiento de la segunda y tercera partes.” “Haremos una cosa”, me dijo, “le haré una repesca de esas partes; ¿qué le parece?”
“No me puede parecer mal”, le respondí. “La alternativa es peor.”
“Bien, entonces, si le viene bien, la haremos el próximo martes, que además es 13., una fecha estupenda para un examen.”
“Hummm… ese día tengo la entrevista en Lakua[1] para la beca de doctorado”, le dije. “Vaya, qué contrariedad”, me respondió, “pero lo primero es lo primero; dejaremos la repesca para el miércoles 14”.
Y así fue, el día 13 fui entrevistado y el 14 hice la repesca. La nota final de Biofísica fue Notable.
Cuarenta y tres años después de aquel episodio el Consejo del Gobierno Vasco, a propuesta mía, aprobó ayer, 22 de julio, dos convocatorias de ayudas, una para hacer la tesis doctoral y la otra para periodos posdoctorales.
Destinaremos 19 M€ a esta convocatoria del programa de ayudas para 2026. Esa cantidad representa un incremento de un 13,7% con respecto a la anterior, que ascendía a 16,8 M€.
Las convocatorias prevén la concesión de un total de 525 contratos para el personal investigador, desglosados en 414 predoctorales y 111 postdoctorales, que incluyen tanto nuevas incorporaciones como renovaciones. Todas las personas que se beneficien de estas ayudas recibirán salarios un 2,5% superiores a los de las convocatorias del año pasado. Aunque la subida será de un 4% en su primer y segundo año para quienes empiecen la tesis en 2026.
La convocatoria predoctoral se complementa con el programa de movilidad internacional Egonlabur, que financia estancias en el extranjero de 4 a 6 meses de duración; lo que facilitará la obtención de la mención internacional en la tesis doctoral.
Por su parte, la convocatoria postdoctoral amplía en un año el contrato tras el regreso de la estancia internacional; esto es, pasa de dos a tres años. Esta medida busca fortalecer las posibilidades de consolidación profesional del personal investigador dentro del propio sistema vasco de ciencia.
Queremos también mejorar la eficiencia y reducir la carga administrativa. Por eso, la nueva convocatoria incluye directamente la financiación de la movilidad internacional durante los dos primeros años del contrato postdoctoral. Esto elimina la necesidad de solicitar ayudas adicionales y simplifica mucho los trámites burocráticos.
Mediante estas convocatorias y las mejoras introducidas este año nos proponemos alcanzar tres objetivos. Por un lado, queremos que las condiciones para investigar en Euskadi sean atractivas ya desde las primeras etapas. Por otro, queremos ofrecer a todas las personas que completan su formación doctoral, y reúnen las condiciones adecuadas para ello, un periodo de estancia en un centro extranjero de prestigio, porque la experiencia internacional supone una componente muy importante de la formación de una persona que quiera dedicarse a la investigación. Y, por último, queremos que todas las personas que, tras la experiencia internacional, desean volver a investigar a nuestro país tengan garantizada la posibilidad del retorno.
En definitiva, queremos promover una carrera investigadora vasca de calidad, con una fuerte dimensión internacional y un sólido arraigo local. Fortalecemos así nuestro sistema científico, a la vez que favorecemos el desarrollo profesional de las personas que lo integran y cuidamos de su bienestar.
El comienzo del verano de 1982 anduve muy ocupado. Además de acabar la carrera, terminé la tesina (a mediados de julio). La de Biofísica no fue la última calificación que recibí. El día en que iba a leer la tesina, antes de empezar la sesión académica, me dirigí al presidente del tribunal. Él había sido uno de mis profesores aquel año y no había publicado las notas aún. Se lo dije. Le dije que no sabía si podría celebrar la prueba, pues era requisito haber superado todas las asignaturas y desconocía si era así en la suya, la Antropología (que era la única troncal del curso y había sido anual). Se me quedó mirando y luego bajó la mirada, buscó mi expediente y tras murmurar unas cifras, me dijo “notable”; tiene usted “notable”. La nota media de la carrera fue –ya lo habrán imaginado quienes haya llegado hasta aquí—notable, por supuesto. No era un estudiante brillante ni, tampoco, lo que se conocía como un empollón.
No me dieron la beca en 1982. Pero sí en 1983. Era una ayuda de tres años, no más. Así que me las arreglé para completar la tesis en ese tiempo. En otoño de 1986 la defendí.
[1] Lakua es el barrio de Vitoria Gasteiz en el que se encuentra la sede del Gobierno Vasco, y es donde, en aquel tiempo, recién estrenado el nuevo aparato administrativo autonómico, una comisión de tres especialistas entrevistaban a quienes solicitábamos una ayuda para hacer la tesis doctoral. Hoy se sigue manteniendo el procedimiento para asignar las ayudas, aunque las entrevistas se hacen en otras dependencias.
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