Reacciones a un vídeo
El 11 de febrero pasado, como viene siendo habitual, se celebró el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. La Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU publicó, como también viene siendo habitual, un vídeo para sumarse a la conmemoración. El vídeo se publicó en los blogs de la cátedra (aquí el de Mujeres con Ciencia) y en su canal de Youtube. Las anotaciones en los blogs consistían en un texto redactado por mí y el vídeo insertado al final. En él se muestra a dos hombres de mediana edad, tomando una copa a altas horas de la noche, y haciéndose confidencias uno al otro en tono de lamento porque sus hijas han decidido cursar sendas carreras tecnológicas. Era una caricatura.
Para mí y para quienes trabajan conmigo, así como para sus creadores, no había duda de que se trataba de una caricatura. En otras palabras, era un vídeo humorístico.
Sabíamos que habría gente a quien no gustaría. Lo valoramos, de hecho. Pero pensamos que era humor blanco y que no tenía por qué suscitar demasiada polémica. Nos equivocamos en la valoración de las posibles reacciones de la gente, aunque no en la decisión de publicarlo.
El vídeo recibió críticas en los blogs en que se publicó, así como en tuiter. Algunos amigos, los de más confianza de entre los críticos, me hicieron llegar su desacuerdo[1] con el contenido del vídeo, incluidos quienes, de entre ellos, se consideran a sí mismos feministas. Ninguna de estas personas pensaron que era un vídeo de humor. Tampoco modificaron su punto de vista al responderles yo recordándoselo. “Es un video de humor, una caricatura; ¿no lo ves?” “Los personajes son ficticios” “Es una astracanada, claro, pero deliberada”. No conseguí nada. Seguían pensando que el contenido del vídeo era incorrecto, impropio o inadecuado.
Las críticas en los blogs y en tuiter no fueron nada al lado de las reacciones que provocó en el canal de Youtube de la Cátedra. En poco tiempo alcanzó más de 3.000 no-me-gusta por poco más de 300 me-gusta. Hubo 800 comentarios, muy críticos en su inmensa mayoría. Fuimos acusados de estar fuera del tiempo, de tener una idea equivocada de cómo son los hombres españoles en el siglo XXI, de no aceptar que las mujeres escojan la carrera que quieran, de despilfarrar el dinero público y de unas cuantas villanías más, incluida la de que gracias a cosas como esta VOX tiene la fuerza que tiene. Hasta hubo un youtuber que nos dedicó una de sus piezas[2].
Han pasado seis meses y sigo sin entenderlo. Quizás estoy incapacitado, lo confieso. Tengo dificultades para entender muchas reacciones y comportamientos de la gente. Es posible que eso tenga que ver con algún rasgo de mi personalidad[3]. No lo sé.
No pretendo debatir de nuevo acerca del contenido del vídeo. Acabé literalmente harto en febrero y no estoy dispuesto. Pero últimamente le doy muchas vueltas a las razones por las que pensamos lo que pensamos. Y no he dejado de rumiar que lo que ocurrió en febrero indica, en el fondo, hasta qué punto estamos condicionados por nuestro universo de creencias, valores e ideas, no ya al interpretar la realidad, sino, incluso, al percibirla. Porque me parece extraordinario que algo sea considerado una caricatura por unas personas y otras, de similar formación, extracción social y edad, lo vean como un retrato que pretende representar a unos tipos estándar de su generación. No habría tenido ninguna dificultad para aceptar que no se le viera la gracia; el humor tiene esas cosas. A mí no me hacen gracia la mayor parte de las cosas que hacen gracia. Pero la discrepancia con los críticos no obedecía a eso; era algo previo, más básico. Porque no se le podía ver la gracia a algo a lo que se atribuía la intención de retratar fielmente a dos tipos detestables. No la podía tener, de hecho; efectivamente, visto así solo podía producir rechazo. Lo asombroso, para mí, era que se viera así.
Y todo esto me conduce a una preocupante conclusión: si gentes tan próximas discrepamos de forma tan radical en la manera en que percibimos la realidad, la probabilidad de alcanzar acuerdos en asuntos importantes acerca de los cuales hay profundas discrepancias en la sociedad es bajísima. Habría alguna posibilidad si percibiésemos las cosas de la misma forma aunque la interpretación o la valoración difiera, pero a poco podemos aspirar si ni siquiera vemos lo mismo al contemplar una misma cosa.
Notas:
- Esta anotación quiere ser la primera de una serie en la que quiero reflexionar acerca de la manera en que vemos y entendemos la realidad. Quiero tratar de la honestidad intelectual, por ejemplo, o de la gran divisoria ideológica, de sus orígenes y sus bases morales.
Los comentarios de este blog están moderados.
No aceptaré ningún comentario acerca del contenido del vídeo. Solo publicaré
los que se refieran a las percepciones discrepantes de la realidad y a sus
consecuencias. En las redes sociales tampoco responderé a ningún comentario o
crítica al vídeo. Nada nuevo puede decirse ya al respecto.
[1] Aun no compartiéndolas, agradezco sus críticas; solo así podemos calibrar el acierto de lo que hacemos.
[2] Muchas de las visitas a nuestro canal vinieron desde el suyo.
[3] Doy 37 (sobre 50 ptos máximos) en un test diagnóstico de espectro Asperger en el que se considera que puntuaciones superiores a 35 se consideran positivos; al parecer no es inhabitual entre quienes hemos tenido adiestramiento en la profesión científica.
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